La
novela policíaca no es precisamente de mis favoritas, sin embargo, con “Balas de
plata” me sucedió algo extraño, no es la clásica novela negra que esperaría uno
leer en donde el detective utiliza un lenguaje perfecto y sigue las pistas conforme
lo establecen las normas por el contrario es una historia llena de música,
comida y un lenguaje “culichi”, la intuición del “zurdo” y los contactos
necesarios le dan a la historia un toque "detectivesco a la mexicana”, su autor
Élmer Mendoza continúa una trilogía del mismo estilo con desenlaces muy
interesantes.
Nota al pie:
Léase con el estomago lleno
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